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30 de octubre de 2010

LA VIOLENCIA INFANTIL , Castigos severos a los niños impiden su buen desarrollo

LOS GOLPES, INSULTOS Y AMENAZAS SON PARTE DE LOS RECURSOS PARA CORREGIR A LOS INFANTES.


Bethania Apolinar
bethania.apolinar@listindiario.com
Santo Domingo
El castigo físico y psicológico constituye la principal arma a la que recurren la mayoría de los padres dominicanos para someter a sus hijos a la obediencia y corregirlos cuando cometen alguna travesura. Sin embargo, una gran cantidad de tutores desconocen que este tipo de violencia marca a su vástago para el resto de su vida y hasta le impide tener un buen desarrollo y desempeño como ser humano.
Darles una nalgada o dejarlos un día completo sin darles alimentos son algunos de los castigos a los que recurren muchos padres dominicanos para lograr un cambio de conducta en sus hijos, cuando lo que logran es frustración y hacer que los hijos repitan el modelo aprendido cuando llegan a ser padres.
Las manifestaciones de violencia física contra las niñas y niños no sólo se encuentran en los hogares, sino también en el círculo escolar, donde estudios han demostrado que los estudiantes son sometidos a violencia física, psicológica y estructural.
Con las niñas se da la desigualdad de género en las tareas del hogar, se les pide más ayuda que a los varones”.
Rafaela Burgos, psicóloga y terapeuta familiar
Muchos padres también manifiestan la furia de una frustración o la ruptura de un matrimonio en los hijos, llegando a crearles traumas que los dejan marcado para el resto de sus vidas. Es muy frecuente que en el seno familiar los padres utilicen golpes, insultos y amenazas como forma de corrección de la conducta de los niños cuando sienten que no logran que ellos hagan lo que los adultos esperan.
Un caso
Rosario, como llamamos en esta historia a una estudiante de once años, la mayor de cuatro hermanos que fueron abandonados por su madre y dejados al cuidado de su padre, es a menudo víctima de violencia por parte de su progenitor cuando no cumple con los quehaceres del hogar que le exige realizar a diario.
Regularmente Rosario llegaba a la escuela sin peinarse y un tanto descuidada, lo que llamó la atención de su profesora que se interesó en su caso y trató de  aconsejarla.
Al cabo de un tiempo la niña le confesó que su padre la levantaba temprano para que hiciera el desayuno de sus hermanos y organizara la casa. Después de la escuela tenía que cocinar, fregar y cumplir con otras responsabilidades que le impedían ocuparse de ella misma.
“Si papi llega y yo no he hecho todos los oficios, me da golpes”, contó Rosario a su maestra, quien se convirtió en su mejor amiga.
“Su papá la maltrata y cuando le pega viene con los moretones al igual que sus hermanitos”, narró la profesora, tras indicar que los varones, con edades de entre cinco y nueve años, hasta dejan de ir a clases por las golpizas que les propina el padre. Los cuatro hermanitos fueron abandonados por su madre el año pasado, disgustada porque el padre supuestamente evadía sus responsabilidades en la manutención de sus hijos.
El padre es vendedor de especias en la calle y por costumbre deja a sus hijos solos todo el día, lo que constituye una brecha para que algunos de ellos cometan travesuras que suelen pagar muy caro cuando su progenitor está de regreso.
Una práctica
La terapeuta familiar Rafaela Burgos dijo que lo más frecuente es ver familias que van a consultar a especialistas porque sienten que no están logrando conducir a sus hijos y hacerse obedecer para conseguir que los niños y adolescentes cumplan las reglas, por lo que recurren a lo que saben usar, a lo que fue su experiencia también en la infancia: a los golpes, insultos y castigos intensos que hacen daño. También a encerrarlos, dejarlos sin comer o aumentarles el trabajo como castigo.
Burgos dice que es importante destacar que este tipo de estrategias demuestran la preocupación del adulto por obtener lo mejor de sus hijos. “El objetivo es bueno, es el método que no está bien”, aclaró.
“No es un padre negligente que se olvida de los hijos, sino un padre que está preocupado porque se conduzca bien y se forme bien, pero no tiene las herramientas adecuadas o está sometido a tanto estrés que no maneja bien la situación, se desborda y acaba agrediendo a los niños”, agregó la experta.
Burgos señala que el castigo físico y el maltrato psicológico van muy unidos, son interdependientes: “De hecho, el abuso psicológico está presente en todos los otros tipos de abusos, porque siempre está siendo dañada psicológicamente una persona que es violentada”.
Los efectos
La violencia física, verbal y psicológica contra las niñas, niños y adolescentes lesiona su autoestima, según indicó la también psicóloga clínica. “Una persona que vive en situaciones de violencia, suele ser una persona a la que se le afecta su desarrollo social, su confianza en sí mismo, su capacidad para trazarse metas y tomar acciones afectivas”, explica Burgos.
Otras veces, el niño violentado tiene manifestaciones agresivas como una forma de desquite o de defensa. “Puede ser una persona que está constantemente atacando para defenderse porque aprendió que tiene que defenderse todo el tiempo”, agrega la especialista.
Cuando la violación está vinculada al abuso sexual se presentan muchos sentimientos de no valer, de no estar, de no ser adecuado, no sólo de sentirse en falta, sino de no ser una persona adecuada. “Muchas veces estas personas que han sido abusadas sexualmente no saben poner límites a otros adultos una vez que crecen”, señala. Una persona que viva la violencia en sentido general se le hace difícil poner límites, decir yo no acepto esto, necesito ser bien tratado porque no aprendió eso.
La vivencia de la autoridad castigadora y abusiva lesiona las capacidades que debería estar desarrollando ese ser humano para enfrentar los desafíos de crecer.
Los maltratos físicos y psicológicos también afectan a la víctima en su ámbito laboral y su capacidad para avanzar en la vida.
“A veces tenemos niños con niveles altos de capacidad intelectual y su desenvolvimiento en la escuela es mínimo, o adultos que siendo muy inteligentes no logran destacarse ni logran los objetivos que se trazan. Se sienten disminuidos, que no pueden, hay un sentimiento de incapacidad de incompetencia, y aún teniendo recursos intelectuales y formación no logran los resultados, no tienen un buen desempeño”, dijo Burgos.
LA NEGLIGENCIA ES OTRO TIPO DE VIOLENCIA
Además del castigo físico y psicológico y el abuso sexual, las niñas y los niños dominicanos son sometidos a un tipo de violencia pasiva o negligencia, la cual es ejercida por los padres o tutores que no cumplen con papel de satisfacer las necesidades de los niños.
Un ejemplo de esto es un infante que se enferma y no es llevado al médico, o el que sufre un accidente porque no se previó que debió ser cuidado de un enchufe, una olla de agua caliente o cualquier otro peligro.
La negligencia también se da en la escuela, sobre todo cuando el niño no va bien y el maestro se descuida, no detecta el problema a tiempo, no da la voz de alerta, no presta atención, ni recurre a métodos que vayan acorde con su desarrollo o no se toman medidas para protegerlo del abuso de otros niños. También existe la violencia horizonal, que es la que se da entre los compañeros de clases.
Algunos estudiantes son atacados por sus colegas hasta por el color, por ser más pobre o menos sociable.
Burgos apunta que si en estos casos el maestro o las autoridades escolares no se ocupan de detenerlo, entonces incurren en negligencia.
La negligencia está considerada como la tercera violencia más frecuente que se comete contra los niños, niñas y adolescentes en República Dominicana.

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